martes, 26 de octubre de 2010

El romanticismo

     El término romántico se empleó por primera vez en Inglaterra en el siglo XVII con el significado original de `semejante al romance´, con el fin de denigrar los elementos fantásticos de la novela de caballerías muy en boga en la época.  
Este movimiento literario, que transcurre en la primera mitad del siglo XIX, se originó en Alemania e Inglaterra.
Tras la muerte de Fernando VII, en 1833, los liberales que estaban exiliados regresaron con las ideas románticas que triunfarían en España.


Contra el racionalismo francés del siglo anterior, que sometía al arte a reglas rígidas, el escritor romántico reacciona, expresando sus sentimientos.
Las características más importantes son:
  • Rebelión del individuo contra cualquier norma que la impida expresar sus propios sentimientos.
  • Absoluta libertad en política, moral y arte.
  • Mantienen una actitud idealista que no corresponde a la realidad que los rodea y los lleva a la rebeldía contra la patria, la sociedad e incluso contra Dios.
  • Como consecuencia del enfrentamiento entre su espíritu idealista y la cruda realidad, se produce la desesperación y el desengaño.
  • Si en el siglo anterior la verdad era igual a belleza, para el Romanticismo sólo la belleza es la verdad.
  • La conciencia del Yo como entidad autónoma y, frente a la universalidad de la razón dieciochesca, dotada de capacidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento.
  • La primacía del Genio creador de un Universo propio, el poeta como demiurgo.
  • Valoración de lo diferente frente a lo común lo que lleva una fuerte tendencia nacionalista.
  • El liberalismo frente al despotismo ilustrado.
  • La de la originalidad frente a la tradición clasicista y la adecuación a los cánones. Cada hombre debe mostrar lo que le hace único.
  • La de la creatividad frente a la imitación neoclásica.
  • La de la obra imperfecta, inacabada y abierta frente a la obra perfecta, concluida y cerrada.
Autor: Ángel María de Saavedra y Ramírez de Baquedano


Nace en Córdoba, el 10 de marzo de 1791.
Más conocido por el duque de Rivas. Pertenecía a una familia aristócrata cordobesa.
Estudió en el Seminario de Nobles de Madrid y después ingresó en el Ejército.
Su amistad con Manuel José Quintana le orientó hacia las artes y la participación política liberal. Fue condenado a muerte por Fernando VII pero pudo huir. Se fue a Londres donde conoció la obra de Shakespeare, Walter Scott y lord Byron; después estuvo en Francia, Italia y Malta. En 1834 regresó a España, tras la muerte del rey. Fue director de la Real Academia Española, desde 1862 hasta su muerte. El duque de Rivas se inició en literatura con un libro de poemas, Poesías (1814), de corte neoclásico, tal vez por la influencia del poeta español Manuel José Quintana. Pero, desde su estancia en Inglaterra se volvió un romántico vigoroso, primero apasionado y original, y en sus últimos años más convencional en el uso de la aparatosa parafernalia romántica. En su larga oda Al faro de Malta (1828) establece la simbología de la luz del faro (liberalismo, romanticismo) que debe servir de guía y no perderse en el oscurantismo y métodos anticuados. Pero Ángel Saavedra fue, realmente, un dramaturgo; su drama Don Álvaro o la fuerza del sino (1835) sigue siendo la obra romántica por excelencia del teatro español. Está escrita en prosa y verso y en ella se mezcla lo clásico y lo cómico al estilo del teatro de Lope de Vega, pero en ambientes exóticos y con un argumento exagerado de muertes, pasiones y tragedias muy del gusto de la época y que dado el éxito de la obra, tal vez, hizo que el autor siguiera escribiendo en la misma línea.
Muere el 22 de junio de 1865, en Madrid.



Obras del Duque de Rivas:
Don Álvaro o la fuerza del sino
Tanto tienes tanto vale
Poesías (1814)
Al faro de Malta (1824)
La niña descoloría
Con once heridas mortales
Letrilla
El moro expósito (1834)
A Lucianela
A Dido abandonada
Cual suele en la floresta deliciosa
El álamo derribado
Mísero leño
Ojos divinos
Receta segura
Un buen consejo
Aliatar (1816)
Lanuza (1822)
Florinda (1826)
Arias Gonzalo (1827)
El desterrado
Viaje al Vesubio
Los Hércules
El parador de Bailén
El hospedador de provincia
El duque de Aquitania
El faro de Malta (1828)
Don Álvaro o la fuerza del sino (1835)
Tanto vales cuanto tienes (1840)
La morisca de Alajuar (1841)
El desengaño en un sueño (1842)
La azucena milagrosa (1847)
El crisol de la lealtad


 Fuentes:
http://www.epdlp.com/escritor.php?id=1665
http://www.los-poetas.com/k/biorivas.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Duque_de_Rivas
 http://es.wikipedia.org/wiki/Romanticismo#Caracter.C3.ADsticas
http://roble.pntic.mec.es/~msanto1/lengua/2romanti.htm  

Uso de la B y V





A menudo confundimos la b con la v. Para que eso no te pase, debes conocer algunas reglas que te ayudarán a tener una ortografía fantástica.

1. Palabras terminadas en "bilidad" se escriben con "b"
Existen excepciones como: movilidad y civilidad, las cuales llevan "v" en la base.

Ejemplos:
- amabilidad - amable
- sensibilidad - sensible
- estabilidad - estable
- durabilidad - durable

2. Palabras terminadas en "bundo" o "bunda" se escriben con "b"


Ejemplos:
- moribundo
- moribunda
- vagabundo

3. Los verbos terminados en "bir" se escriben con "b"

Existen excepciones como: hervir, servir, vivir, las cuales llevan "v" en la base.

Ejemplos:
- percibían - percibir
- subimos - subir
- recibimos - recibir
- escribimos - escribir

4. Las palabras que comienzan con "bu", "bur" o "bus" se escriben con "b"


Ejemplos:
- bus
- buscar
- butaca
- burbuja
- burdo

5. Los verbos terminados en "buir" se escriben con "b"


Ejemplos:
- atribuir
- distribuir
- contribuir

6. Las palabras que comienzan con las sílabas "ab", "ob" o "sub", se escriben con "b"


Ejemplos:
- absurdo
- obsesión
- subalterno
- subir

7. Los verbos deber, caber, saber, haber, beber, se escriben con "b"

8. Los adjetivos terminados en eve, ivo, ave, avo, iva, evo, se escriben con "v"


Ejemplos:
- suave
- nuevo
- masiva

9. se escribe una "v" después de las siguientes letras: n, b o d


Ejemplos:
- envuelto
- advertencia
- obvio

10. se escribe una "v" después de "ol"


Ejemplos:
- olvido
- pólvora

domingo, 17 de octubre de 2010

La Literatura En La Red

Actividad n° 1
 B) Derechos de Autor- Daniel Pennac

Del libro "Como una novela", de Daniel Pennac


1) EL DERECHO A NO LEER
En el fondo, el deber de educar consiste, al enseñar a los niños a leer, al iniciarlos en la Literatura, en darles los medios de juzgar libremente si sienten o no la "necesidad de los libros".

Porque si bien se puede admitir perfectamente que un individuo rechace la lectura, es intolerable que sea -o se crea- rechazado por ella.


2) EL DERECHO A SALTARNOS LAS PÁGINAS

Si tiene ganas de leer "Moby Dick" pero se desanima ante las disquisiciones de Melville sobre el material y las técnicas de caza de la ballena, no es preciso que renuncien a su lectura sino que se las salten, que salten por encima de estas páginas y persigan a Achab sin preocuparse del resto, ¡de la misma razón que él persigue su blanca razón de vivir y de morir!

3) EL DERECHO A NO TERMINAR UN LIBRO

Hay treinta y seis mil razones para abandonar una novela antes del final: la sensación de ya leída, una historia que no nos engancha, nuestra desaprobación total a las tesis del autor, un estilo que nos pone los pelos de punta, o por el contrario una ausencia de escritura que no es compensada por ninguna razón para seguir adelante.

¿El libro se nos cae de las manos? Que se caiga.

4) EL DERECHO A RELEER
Sobre todo releemos gratuitamente, por el placer de la repetición, la alegría de los reencuentros, la comprobación de la intimidad.

5) EL DERECHO A LEER CUALQUIER COSA

Durante cierto tiempo leemos indiscriminadamente las buenas y las malas (novelas), de la misma manera que no renunciamos de la noche a la mañana a nuestras lecturas infantiles. Todo se mezcla. (…) Y después, cierto día, vence Pasternak. Sin darnos cuenta, nuestros deseos nos llevan a la frecuentación de los "buenos".

Buscamos escritores, buscamos escrituras; se acabaron los meros compañeros de juego, reclamamos camaradas del alma.

La mera anécdota ya no nos basta. Ha llegado el momento de que pidamos a la novela algo más que la satisfacción inmediata y exclusiva de nuestras sensaciones.

6) EL DERECHO AL BOVARISMO

Eso es, a grosso modo, el bovarismo, la satisfacción inmediata y exclusiva de nuestras sensaciones: la imaginación brota, los nervios se agitan, el corazón se acelera, la adrenalina sube, se producen identificaciones por doquier, y el cerebro confunde (momentáneamente) lo cotidiano con lo novelesco.

Es nuestro primer estado colectivo de lector. Delicioso. Pero bastante pavoroso para el observador adulto que, casi siempre, se apresura a agitar un "buen título" bajo las narices del joven bovariano.

7) EL DERECHO A LEER EN CUALQUIER SITIO

Por su parte, el viejo Clemenceau, "el Tigre", también él un famoso soldado, daba gracias a un estreñimiento crónico, sin el cual, afirmaba, jamás habría tenido la dicha de leer las Memorias de Saint-Simón.


8) EL DERECHO A HOJEAR
Yo hojeo, nosotros hojeamos, dejémosles hojear.

Es la autorización que nos concedemos para coger cualquier volumen de nuestra biblioteca, abrirlo por cualquier lugar y sumirnos en él un momento porque sólo disponemos precisamente de ese momento.

9) DERECHO A LEER EN VOZ ALTA

En la escuela nos prohibían la lectura en voz alta. La lectura silenciosa ya era el credo de la época. Directo del ojo al cerebro. Transcripción instantánea. Rapidez, eficacia. Con un test de comprensión cada diez líneas. ¿La religión del análisis y del comentario desde el primer momento! ¡La mayoría de los chavales se cagaban de miedo, y sólo era el principio! Todas mis respuestas eran exactas pero, de vuelta a casa, lo releía todo en voz alta. Para maravillarme. Las palabras pronunciadas comenzaban a existir fuera de mí, vivían realmente. Y además, me parecía que era un acto de amor.

10) EL DERECHO A CALLARNOS

Los escasos adultos que me han dado de leer se han borrado siempre delante de los libros y se han cuidado mucho de preguntarme qué había entendido en ellos. A ésos, evidentemente, hablaba de mis lecturas.

Comentario Propio:
   El derecho de autor es una realidad que nos pasa a todos a la hora de leer, compramos el libro solo por interés en la portada o por recomendación de otra persona, pero después de comenzar a leerlo nos conseguimos con todos estos derechos reflejados en nosotros. Vamos saltando paginas, dándonos cuenta que no nos gusto y no queremos terminarlo etc.
                  Pero estos derechos nos enseñan que tenemos esa libertad de hacer lo que queramos a la hora de leer, también nos indican que tenemos esa libertad de hacer con los libros que tengamos que leer,como experiencia propia puedo aportar que me han pasado varios de estos derechos, he saltado paginas por aburrimiento o por intriga a ver que pasa luego, he dejado de leer por la falta de interés o por que la historia no fue lo suficiente interesante, he releído varios libros mas de 5 veces porque me gusto mucho la historia, he leído en cualquier sitio tanto en el carro o caminando, también he leído en voz alta solo para ponerle énfasis al momento, también he buscado un libro para leer un solo capitulo o he hojeado para buscar esa parte favorita o para saber de que mas o menos se puede tratar la historia en el caso de no haberla leído.
                 Es así como el autor Daniel Pennac en su obra nos enseña la gran variedad de derechos aplicados en la cotidianidad al leer un libro y que no importa que es lo que leamos, pues tenemos la libertad de tomar la mejor decisión al momento de abrir el libro.